Japón día 5: Yokohama - Kamakura

Después de mi ducha matutina de punto de congelación, me dispongo a buscar hoy un hostal juvenil. Me va a resultar caro, pero necesito al menos un día para darme una ducha calentita.

Cruzo Yokohama siguiendo la línea de tren (suele ser mi referencia a la hora de desplazarme) y en el camino ¡encuentro un McDonalds!: No, no tiene internet, pero tenía ganas de pegarme un desayuno en él… cosa que no existe en España. Y de paso cargo el móvil y el ordenador. Los combini no tienen sitio donde sentarse y trabajar, por ello todos los días como sentado en el suelo de la calle (porque la palabra “bancos” aquí no existe, digo yo).

Mi bici, al fondo.

La entrada en Kamakura no fue fácil: Fue elegida capital de Japón en su tiempo por la dificultad para entrar en ella: montañas frondosas (pero vamos.. que no cabe una guja entre los árboles) y el mar al sur.
Encontrar el hostal me costó un buen rato. No mas porque estaba escondido dentro de un callejón que a su vez se entraba en otro callejo y otro y otro… ¡por ookamisama! ¡que alguien señale mejor las cosas en éste país!
Los cuervos sustituyen a las palomas.
Un stop de personas

El dueño del albergue me permitió dejar las maletas hasta la hora de apertura, así que de repente ¡mi bici vuelaaa! Tantos días de deporte que me resultaba un Ferrrari de bici.
Visité lo típico… aunque a mi eso me aburre un rato. Que si el Buda grandote, que si el templo sintoísta grandote. Lo que me gustó fue comprarme unos onigiris y comérmelos en la playa: era el primer día que salía el Sol sin ninguna nube a la vista.
Antes de entrar, lavarse las manos para purificarse.





Las nubes... que aparecen en Naruto (el manga)

Un japonés leyendo en la playa.

Hoy toca afeitarse.

Pan de melón. Un invento extraordinario que ya me gustaría que existiese en España.

Antes de ir al albergue me pasé por un templo que había a sus pies: Hase-dena. Es del tipo budista y contiene miles de estatuillas que dejaban las madres por sus hijos abortados (verlo es bonito, pero el sentido es tétrico).



Observé (me gusta observar, ya veis) cómo rezaba la gente. Me inquieta ver la gente rezar, porqué sé que algo preocupa a las personas que se les escapa de las manos. Quizás si este mundo fuese más altruista no se requeriría rezar. De todas formas, si me sorprende que necesitemos tener una figura tachada de “sagrada” delante para tener que rezar: ya sea un cacho de piedra, una cruz, un buda o una deidad de 9 cabezas… necesitamos algo que la gente respete por motivos culturales.


La esbástica invertida (como este estanque) es el símbolo de los templos. Es una pena la connotación negativa que tiene, porque como figura -incluido a nivel arquitectónico- me encanta.
¡Zamburguesas! No me resisto a pisarlas.


Ya en el albergue, estuve cenando con el dueño de éste (Yoshino-san) y con familiares suyos, que eran los residentes ese día en el albergue: vamos, que me sentía el invitado. La familia era un pareja llamada Yoko ( japonesa) y John (Estodounidense) y sus hijos Jack y Coral eran bastante monos, cosa que me resulta pecualiar en parejas mestizas. Es como si cogiesen lo mejor de los rasgos étnicos. Eso sí: eran bilingües Japonés-Ingles y encima estudiaban español en la escuela. Qué envídia.

Cena típica japonesa.

Detalle: Inodoro con grifo incorporado. Es decir, tiras de la cadena y el agua, en vez de ir a la cuba, para primero por ese grifo de arriba en el que te puedes lavar las manos.

Ruta:


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1 Comentarios・コメント・COMMENTS:

Xanday 21 de agosto de 2011, 15:29  

Y no te pusieron más cacharritos para cenar porque se quedaron sin vajilla! ^_^

Si la verdad es que ya es hora de empezar a quitarle connotaciones a muchas cosas o al final no vamos a poder diseñar nada ni escribir nada...

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